Las mujeres
de Picasso

Fueron varias las mujeres que intervinieron en la vida y obra de Picasso. Ellas están plasmadas en algunos de sus mejores cuadros.

Uno de los aspectos más controvertidos de la personalidad de Pablo Picasso y motivo de análisis sobre el alcance de su temperamento sobre su obra artística es el de su particular relación con las mujeres. Todas las mujeres que Picasso amó le influyeron en un primer momento con una enorme carga de creatividad artística, pareja a su propio entusiasmo amoroso. Pero de la misma manera, ese fulgor se apagaba con la misma facilidad según iba quemando relaciones y destrozando corazones. Picasso fue tierno y romántico con todas sus amantes, pero solo hasta que una nueva relación lo convertía en un tirano con ellas y las hundía en el desprecio primero y el olvido absoluto después.

Su primera mujer fue Fernande Olivier a quien conoció en Montmartre. Tenía su misma edad y era famosa entre los artistas por su holgazanería, y por ser corpulenta. Nunca aceptó sus propuestas de matrimonio y, junto a Picasso y un numeroso grupo de amigos, integró la famosa «Banda Picasso». Hizo varios retratos de ella. Con ella, volvió en 1909 a España, a un pueblo llamado Horta de Sant Joan en la provincia de Tarragona luego de presentarla a sus padres en Barcelona. Cuando regresaron a París su relación empezó a decaer. Luego de una aventura amorosa de Fernande, Picasso aprovechó la oportunidad para deshacerse de ella.

La próxima fue Eva Gouel, entre 1911 y 1915, a la que conoció en una fiesta de la Banda Picasso. En aquella fiesta hubo un incidente entre Picasso, quien presentaba su último cuadro, y Matisse quien criticó su obra y preguntó si alguien veía algo en aquel cuadro. Eva respondió que era el retrato del marchante Vollard. Picasso amó verdaderamente a aquella muchacha, que era la antítesis de Fernande. La llamó «Ma Jollie» y ese nombre figura en muchos de los cuadros cubistas. A poco de conocerla la llevó a Céret, pueblo pirenaico, próximo a la frontera con España. Cuando estalló la guerra, Picasso no se sentaba involucrado en el conflicto y un cuadro suyo se vendió muy bien: La familia de saltimbanquis. Empezó la riqueza y la fama mientras que Eva estaba con una salud muy deteriorada.

Bio

Eva Gouel

Picasso conoció entonces a Gaby Depreye, con quien mantenía un romance secreto. Luego de la muerte de Eva, Gaby rechazó la propuesta de matrimonio de Picasso. Solo volvieron a verse en los años 50.

Eva falleció en 1915, y la próxima mujer en su vida fue Olga Koklova, entre 1917 y 1929. Fue su primera esposa legal y le dio su primer hijo, Paulo. La conoció cuando en 1917 entró en contacto con el ballet ruso de Diáguilev. Ella era una de sus bailarinas cuando el grupo actuaba en Roma. Era una mujer ambiciosa, de noble cuna, lo que debió influir en Picasso. Era bella, pero también tozuda y triste. Así aparece en los primeros retratos mientras que las pinturas que le haría al final, cuando la relación se iba degradando, la mostraban con una terrible crueldad. En febrero de 1921, nació Paulo. El cubismo quedó abandonado y Picasso hizo retratos dulces y neoclásicos. Olga estaba interesada en codearse con la alta sociedad parisiense, mientras Picasso empezaba a interesarse por el surrealismo.

A finales de los años 20, y huyendo de las peleas con Olga, Picasso, paseando por París, conoció a Marie Thérèse Walter, que tenía diecisiete años. Con ella permaneció entre 1929 y 1936, aunque antes y desde que la conoció, ocultó a la sociedad su nueva relación. Ella fue para él como un soplo de aire fresco, lo que se reflejó en los cuadros, abandonando el cubismo y el surrealismo, tornándose su pintura más sensual. Marie Thérèse era suiza, rubia, alegre y de trato muy suave. Ella era totalmente desinteresada y nada exigente, enemiga de convencionalismos. En 1935, nació su hija Maya, pero pronto se cansó de ellas.

Conoció entonces a Dora Maar, con quien Picasso permaneció entre 1935 y 1943. Ella fue testigo de la gestación de su cuadro más famoso, Guernica. Como era fotógrafa, hizo fotos de todos los bocetos del Guernica. Cuando Marie-Thérèse fue a visitar a Picasso, Dora no la dejó pasar. Marie-Thérèse fue una víctima del abandono de Picasso y sin poder soportar su ausencia se suicidó en 1977. Por su parte Dora Maar fue perdiendo la razón cuando Picasso la fue abandonando. Entró en un proceso de meditación y alucinaciones. Dora murió en París a los noventa años en el mes de julio de 1997.

Françoise Gilot —en una relación con Picasso entre 1943 y 1952— le dio dos hijos, Claude y Paloma, y fue la única que lo abandonó. En 1943, cuando se encontró con Picasso, ella tenía veintitres años y él, sesenta y dos años. Tenía interés en la pintura y talento para el arte, cosa que entusiasmó a Picasso. Y su nivel social, de clase alta, fue un atractivo más. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en el año 1945, Picasso la llevó en una estancia prolongada a la Costa Azul. Françoise fue La mujer flor. Picasso, cuando deseaba verla, comenzaba a pintar su retrato. A las pocas horas aparecía Françoise. Picasso decía que era como hacían los antiguos pobladores de las cavernas. Pintaban un bisonte y enseguida este aparecía y lo cazaban.

Picasso no era dominante, pero dominaba. No le importaba mandar, pero mandaba... Nunca quiso ser líder, pero lo fue. El gran error de Françoise, como el de Dora, fue renunciar a la pintura y vivir únicamente por y para Picasso. Pero ya a principios de los años 50, aquella joven empezó a superar el deslumbramiento que había sentido por el genio y a sentirse a disgusto a su lado.

Genevieve Laporte, con Picasso entre 1944 y 1953, cuando tenía dieciseis años, había ido a verlo a su estudio en París para hacerle una entrevista para el periódico del colegio. Picasso le pidió que volviese y así comenzaban las visitas secretas que durarían años y serían un motivo para que el artista pintase algunos cuadros de gran sensualidad. La relación de Picasso con Genevieve se truncó finalmente por un grave malentendido entre los dos.

La última fue Jacqueline Roque, entre 1955 y1973. Vivió junto a él durante dieciocho años. Cuando la conoció, ella tenía veintisiete años, una diferencia de cuarenta y siete años con Picasso. Era menuda, más baja que Picasso; ella tenía l,50 m de altura, mientras Picasso tenía 1,63 m. Siempre acicalada, rigurosa, abnegada y ciertamente estaba dispuesta a convertirse en la secretaria, mensajera, enfermera, amante, ama de llaves e incluso esclava y carcelera del pintor. Al igual que las anteriores mujeres, hizo de modelo una y otra vez.

Se casarían más tarde, en marzo de 1961, cuando él cumplió ochenta años y seis años después de la muerte de Olga Koklova, la primera esposa legal del pintor que nunca le dio el divorcio. Para entonces habían vivido juntos siete años en «La Californie», una casa enorme situada en el monte por encima de Cannes. Allí intentó Jacqueline, incluso con excesivo celo, guardar al pintor del calor de sus amigos y de la curiosidad de sus admiradores. Jacqueline se suicidó el 15 de octubre de 1986 en Mougins, en Notre Dame da Vie —la casa de la Costa Azul en la que había vivido los últimos años, con y sin Picasso— después de superar los problemas de la herencia y todo lo que le hicieron sufrir los herederos del pintor, fundamentalmente por el comportamiento de ella en el entierro de Picasso, prohibiéndoles la asistencia.

Parece realmente que el destino de todas ellas quedara marcado por su relación con el pintor. Y ese es el aspecto que más sorprende, como si la fuerza creativa que Picasso refleja en su obra fuera pareja a una misma fuerza capaz de destruir cualquiera de sus relaciones. Un torbellino arrollador que arrastró al desastre a todas las mujeres que amó.

Tal vez podamos hablar del temperamento artístico que se imponía sobre los sentimientos mundanos, pero a lo mejor si analizamos al pintor como persona humana y no como concepto artístico, podemos ver una personalidad egocéntrica, egoísta, una persona sin empatía hacia quien le rodeaba, lo que se contrapone con su gran sensibilidad artística.